Introducción

Prólogo de Tomás Fernández Martínez

Escribir el prólogo de un libro siempre es un privilegio. Es como ser el telonero de tu banda de rock favorita. Este es un libro especial porque está escrito a cuatro manos, entre las de Javier Pumares y Rosa Tamés. A Javier no tengo el placer de conocerle personalmente todavía, pero a Rosa la conozco desde que íbamos al colegio en Oviedo y nos hemos ido siguiendo la pista a trompicones a través de los años.

Su talento se abrió paso en las redes sociales y lo hizo con una gracia y un encanto que dejaron a todos sus seguidores fascinados a ratos y muertos de risa la mayoría de las veces. Javier Pumares, como buen músico, tuvo el olfato y la generosidad de invitar a Rosa a un escenario de papel para interpretar juntos un libro lleno de hermosas microhistorias que se dejan leer con el mismo placer que las buenas canciones.

Creo que Rosa y Javier han escrito un libro que se puede tararear. Quién nos lo iba a decir en el patio del colegio, ¿eh, Rosi? ¿Pues sabes una cosa? Lo voy a hacer yo. No tengo un DeLorean, pero voy a viajar al pasado para volver a ese patio a susurrarme a mí mismo con once años lo que va a pasar dentro de X años (si despejo la X, Rosa me cuelga de los pulgares). Y puedo verme sorprendido tras recibir la información del futuro.

Me veo corriendo por el patio con un playero desatado, por supuesto, en busca de Rosa. No me habría atrevido a hacerlo en circunstancias normales. Rosa ya era guapa de pequeña y eso a los once años impone mucho. Pero la información que tengo que darle es demasiado importante, así que la localizo en el patio jugando a la goma con sus amigas. Cuando llego hasta ellas, el juego se detiene y todas me miran expectantes. Mis mofletes están tan rojos que podrían ayudar a aterrizar un 747 en mitad de una tormenta de nieve.

Rosa me mira confusa, «¿Qué querrá este de séptimo B?». Pero ya no hay marcha atrás. Se lo cuento todo del tirón: «Rosa, no te lo vas a creer, pero dentro de X años vas a escribir un libro con Javier Pumares, un cantautor de Getafe, y yo escribiré el prólogo. No tengo ni idea de lo que es un prólogo, tampoco tengo ni idea de dónde está Getafe, pero por lo visto voy a escribir el prólogo porque a ti te hará ilusión que yo lo haga. Alguna pijada habré hecho para merecerlo. El libro está lleno de pequeñas historias, que son las más difíciles de contar, y tienen una sensibilidad y una gracia que flipas. Bueno, “flipas” todavía no se dice, pero va a ser tu primer libro y te vas a sentir muy orgullosa de él».

Después de soltar toda esta información sin respirar, giro sobre mis talones y comienzo mi huida, pero a los pocos pasos me detengo y me vuelvo para decir: «Ah, y en el futuro seguirás siendo muy guapa». Después salgo corriendo otra vez, muerto de vergüenza. Pero al menos he completado con éxito lo que yo mismo me he encomendado desde el futuro. Rosa, aunque no te acuerdes, ya sabías que este libro iba a llegar porque un compañero del colegio con un playero desatado te dijo el talentazo que tenías.